Me preparo mi café y pongo Spotify; parece que en la era de los podcasts se aprende más oyendo que leyendo. Algún día me tocará hacer las paces con esto. Se Regalan Dudas es uno de mis top 10. Estas dos amigas cuestionan todo lo que tienen alrededor; sus conversaciones son una herramienta poderosa para acompañarnos en un camino que, según ellas, no tiene fin: el del amor propio.
Antes de darle play al episodio, me detengo en el título y me surge la duda… ¿por qué a veces lo dudamos todo? Desde lo más simple hasta lo más complejo.
Me incluyo. Me costó mucho empezar a escribir El Cafecito; las dudas siempre fueron —y tal vez continúan siendo— parte de mí. ¿Lo leerán? ¿Tendrá impacto en la vida de alguien? ¿Será una pérdida de tiempo? Pero… ¿Qué dicen esas preguntas de mí, mas no de lo que hago? La duda desgasta, pero también informa, nos habla entre líneas. Si hablara más directo quizás me diría: “Hola, soy tu Tikun”.
Hay algo mágico en ciertas palabras en hebreo, ya que en una sola palabra se reúne todo un concepto. En el judaísmo existe la idea del Tikkun Olam, que literalmente significa “reparar el mundo”. Pero, en un sentido más cabalístico, el Tikun también se refiere a la corrección del alma: somos responsables de mejorarnos a nosotros mismos. Es como nuestro trabajo espiritual pendiente, los aprendizajes que nuestra alma necesita atravesar en esta vida. Seguramente esta es la razón por la cual la vida nunca va en línea recta: porque necesitamos bajadas para poder aprender. Y no hay nadie que se escape de estos aprendizajes. ¿O si?
No creo, creo que vinimos a esta vida a mejorarnos a nosotros mismos y el primer paso es encontrar esos aspectos por transformar. Las dudas son alarmas que nos ayudan a identificar cuáles son nuestros aprendizajes. Las dudas nos muestran los lugares donde todavía no hemos sanado, donde seguimos cargando heridas o creencias que no nos dejan avanzar.
Quizás el café empieza a saber más amargo cuando hacemos caso omiso a estas alarmas, pues por el simple hecho de ignorarlas no quiere decir que desaparecerán. Todo lo contrario: la vida nos mandará alertas más fuertes, más claras, más radicales. Y es ahí donde surge la típica duda: “¿Será qué siempre terminaré teniendo el mismo tipo de relación?” Te voy a responder, aunque te toque pasarlo como un trago doble: Si no asumes la responsabilidad de trabajar en ti, quizás si.
Las dudas son regalos, son guías para nuestra transformación.
Mi Tikun quizás sea confiar en mí.
Y el tuyo, lo encontrarás entre dudas.

