Los Pensamientos

Los Pensamientos

El trago de café de esa mañana me sabía más amargo que un ristretto italiano, pues me asombraba al leer: “Tenemos alrededor de 60.000 pensamientos al día, de los cuales un 95 % podrían ser inconscientes o recurrentes.” ¿Tenemos tan solo el control del 5 % de nuestros pensamientos? Lo que he aprendido del conocido Joe Dispenza es que los pensamientos son tan poderosos que pueden incluso reprogramar el cuerpo. ¿Esto quiere decir que el poder lo tienen principalmente nuestros pensamientos inconscientes y repetitivos? ¿Cuándo fue que decidimos ceder nuestro poder?

Juguemos a retomarlo. Estás leyendo, no puedes cerrar los ojos, pero sí puedes usar tu imaginación. Imagina que despiertas, a la misma hora, en la misma cama, con el sonido del despertador. Te bañas, pasas derecho por el espejo, miras el celular. Te montas al carro, haces la primera llamada, y piensas: “No voy a tener tiempo para todo.” Otra llamada, piensas: “Yo definitivamente no sirvo para esto.”
Semáforo en rojo, piensas: “¿Para qué voy a intentarlo? Eso no va a funcionar.”
Te parqueas, subes al ascensor, piensas: “Necesito más plata para poder hacer eso.” ¿Cómo se siente tu cuerpo después de repetirte esto TODOS los días?
Probablemente como un idiota. 

Nuevamente… Te bañas, pero decides no pasar derecho por el espejo. Te miras y dices: “Hoy es un gran día.” Primera llamada, piensas: “Me voy a organizar y haré lo importante.” Segunda llamada, piensas: “Si estoy acá, es porque soy capaz.” Semáforo en rojo, piensas: “Voy a dar todo de mí.” Subes al ascensor, piensas: “Voy a buscar la manera de hacerlo.” ¿Cambió algo en cómo se siente tu cuerpo, cómo se siente tu alma? Probablemente te sientes mejor que el mismo Joe Dispenza.

¿Cómo sería nuestra vida si todos los días ejercitáramos nuestra mente?
Al fin y al cabo, es un músculo, el cual toca trabajar al igual que cualquier otro.
“Monta un gimnasio para la mente, a todos nos hace falta”, diría mi padre.

Si algún día abriera mi gimnasio, seguramente el lema sería: El cuerpo se entrena, la mente se cultiva.Pues la mente es tierra fértil, donde tú decides lo que quieres recoger. ¿Maleza? ¿Flores? ¿Frutales? Es tu trabajo de día a día: las semillas que uses, el agua, el sol y el cuidado es lo que te dará los resultados. ¿Cómo recoger frutas si siembras maleza? ¿Cómo sentirte bien si no te hablas bonito? Tú eliges.

Para cambiar tu vida, primero tienes que cambiar tus pensamientos. No al revés.
La mente no diferencia lo que es real de lo que no. Si piensas que pasará algo malo en tu vida, subirán los niveles de cortisol, como si en realidad te estuviera pasando.
Esa frase de “eres lo que piensas”, no es frase de cajón.

En tierra fértil, cosecha abundancia.

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