Ese día ella no necesitó café para permanecer despierta hasta las cuatro de la mañana. Era la chispa del primer beso lo que mantenía sus ojos abiertos. Su cafeína eran las caricias que él le regalaba. No era amor lo que la sostenía, era pasión, probablemente impulsada por la química, por lo desconocido.
Al otro lado de la ciudad, la cama de ella se sentía más fría. Si no lograba un espacio con su esposo antes de las siete de la noche, ya era demasiado tarde, incluso para un vino. La obligación había reemplazado las ganas.
No hay nada que nos muestre mejor la diferencia entre hacer las cosas con y sin pasión que cuando hacemos el amor. ¿A cuál le ponemos más ganas? ¿Cómo da mejores resultados? Sin pasión, todo se siente como un trámite obligatorio.
Y aunque todos sabemos lo que se siente vivir con pasión, la realidad es que no siempre está presente. De hecho, las cifras muestran que un gran porcentaje de la sociedad no siente pasión en aspectos importantes de su vida. Solo algunos sienten pasión por su trabajo, o pasión en sus relaciones. También leí algún día que la pasión es la manera más honesta de estar vivos … pero ¿cómo encender esa llama que ya no prende ni con un espresso doble?
Tal vez ahí radica el error: en creer que la pasión toca salir a buscarla. Seguro ella está esperando que su esposo cambie para poder volver a sentir pasión. Y la otra siente que solo la encuentra en los primeros encuentros. Quizás él, que está infeliz en el trabajo, espera que lo muevan de puesto para sentirse diferente. Equivocados están todos al poner la responsabilidad propia en algo externo. ¿En qué momento buscas algo que ya está ahí? ¿En qué momento culpas a otros por tu propia falta de conexión?
La pasión, como tal, es energía pura y hace parte de todo y de todos. Para sentirla, paradójicamente, solo necesitas sentir. Dale espacio a tu cuerpo para estar en el momento presente, para conectarte con lo que te pertenece. No sentirla todo el tiempo no significa que no exista, significa que necesita atención. Significa que estás más enfocado en tu mente, olvidando tu cuerpo. Qué te preocupas demasiado por el futuro o que pasas mucho tiempo recordando tu pasado.
El problema real no es que no tengas pasión, es que no le das espacio a sentir. Cuando nos permitimos sentir, le estamos abriendo la puerta al disfrute, a la alegría, a lo que nos apasiona. Cuando sentimos, conectamos y logramos entender que no se esconde el sol, sino que se aprecia un atardecer.
Así como no hay buen sexo sin pasión, no hay pasión sin sentir.

