La Familia

La Familia

Cuando Glennon Doyle, de 39 años, en 2015, se tomaba el café de la mañana con su esposo y sus tres hijos, estaba lejos de imaginarse que, diez años después, el café le sabría igual, pero no se lo estaría tomando con su esposo, sino con su esposa —sí, con a. Y Glennon es un nombre femenino. Su familia hoy no está compuesta de manera tradicional. Si uno de sus hijos tuviera que pintarla en el colegio, a la profesora seguramente le parecería, mínimo, curiosa. Podría apostar —con la misma seguridad con la que apuesto jugando póker— que muchas personas a su alrededor sintieron lo mismo que algunos están sintiendo mientras se toman este Cafecito. Y seguramente, ese sentimiento viene acompañado de la frase: “El mundo de hoy está loco”. 

Me pregunto ¿no estamos locas las personas que ponemos por encima la forma sobre el fondo? ¿Qué vale más? ¿Parecer una familia perfecta por fuera y estar rota por dentro? ¿O verse diferente por fuera, pero por dentro encontrar un lugar seguro que te sostiene, te sabe dar y te recibe amor? Los estigmas y las creencias de cómo deberían ser las cosas, han ganado la jugada.

La familia es el primer sistema que habitamos, con todo lo que eso implica. Es un lugar donde aprendemos a amar y a ser amados. El objetivo principal de esta debería ser convertirse en un templo: un lugar en el que queramos estar, donde queramos compartir junto a personas con las que nos sintamos cómodos. La importancia de la familia es tan grande, que define nuestra base emocional, nuestros valores, nuestro sentido de pertenencia,  nuestra manera de relacionarnos y nuestro desarrollo desde niños. Si construimos una familia “como debe ser”, pero falta lo demás, ¿deberíamos tener la oportunidad de buscarlo de otra forma?

Tu familia puede ser tu hijo y tú. O tu papá y tu madrastra. O tu grupo de amigos y no querer hijos nunca. O como la pintan: tus padres y un hermano de sexo opuesto, más el perro. Al final, eso sólo le importa a quien observa desde afuera. ¿Sabías que la imagen del padre trabajador, la madre ama de casa y dos hijos de sexo opuesto tomó fuerza recién después de los años 50? No es que esté en contra —al fin y al cabo, voy formando mi pequeña familia tal y como se “pinta” —, pero entiendo que la definición de familia no es quien la compone sino de que se compone, es lo que se siente adentro, reducida al verbo más poderoso en cualquier idioma: amar. Si existe un núcleo familiar, formado por tantos astros como la galaxia entera: padrastros, hermanastros, primastros, y predomina el amor, esa familia es entonces invencible. 

El deseo más grande del ser humano debería ser, quizás, llegar a viejo como ha llegado uno de mis viejos: con muchas arrugas en la cara, caminando lento, comiendo poco, confundiendo nombres. Pero con un amor que trasciende a todo aquel que fue parte de su núcleo. Una familia que, por fuera, parece disfuncional, pero que hoy rodea su cama repleta de amor y gratitud. Una familia que siente que una parte de ellos existe gracias a él, y que una parte de él vivirá para siempre, gracias a la familia que seguirá latiendo unida. Invencible. 

Familia, es familia.

Comparte este cafecito

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con*

Seguir leyendo