El Entorno

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Dicen que somos el promedio de las cinco personas con las que más compartimos.Lo dijo Jim Rohn hace ya más de 20 años. Y si lo piensas bien, eso también quiere decir que somos el promedio de las cinco personas con las que más compartimos el café. ¿Quiénes son? ¿La pareja, los hijos, las amigas, el jefe… o esos amigos que ya no suman tanto? ¿Te has detenido a evaluar quien realmente merece de tu energía? 

Ahora… un momento. ¿Qué tan cierta es esa frase? Sin duda ha ganado fama a lo largo de los años. Y no es que no tenga verdad, obvio la tiene. Pero tal vez se volvió trendy porque muy pocas personas en este mundo se han dado el tiempo de conocerse a sí mismas. Y si no nos damos el espacio de saber qué nos mueve, qué nos inspira a madrugar, qué nos da energía para trasnochar. Si no sabemos qué nos hace sentir vivos o con qué cosas realmente nos conectamos, entonces claro: terminamos siendo el promedio de las personas que nos rodean. Pues, si no sabemos quienes somos, ¿en quién más nos vamos a convertir que no sea en alguien más?

Esa famosa “herida de abandono” que tanto se menciona en Instagram, muchas veces no tiene tanto que ver con el cuidador que faltó… sino con el abandono hacia uno mismo. O ¿cuántas veces no te has ignorado?

Para darle el beneficio de la duda a Jim Rohn, quizás dentro de esas cinco personas se contó a él mismo. Tal vez contó sus espacios en silencio, los gustos que desarrolló sin importar lo que dijeran, las pasiones que hacía aunque nadie le pagara, sus autorreflexiones, sus motores, su ego. Y probablemente cuando sumó a las cinco personas, fue una suma ponderada, donde él mismo pesó al menos 3 veces más. 

Porque si algo me han enseñado mis cortos años es que cuando no nos damos ese espacio de conocernos, es muy fácil perdernos en la vida de otros. O de otro. Es fácil terminar siendo lo que todos son, menos lo que uno es. Incluso sabiendo que todos somos tan únicos como la huella digital, porque cuando nos sentimos vacíos es fácil llenarnos de vidas ajenas.

Así que no, no creo que seamos simplemente el promedio de las cinco personas con las que más compartimos. Tal vez es al contrario: cuando sabemos quiénes somos, empezamos a conectar con personas que vibran en nuestra misma frecuencia. Y ahí, en ese reflejo, nos reconocemos. Me dirás que el entorno no siempre se puede elegir, te diré que se puede construir, con límites, con los “no”, los cambios, las decisiones difíciles y las verdades incómodas. 

Igual, toca ir revisando con quién se comparte el café, sobre todo ese que te tomas contigo mismo.

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