El Amor Propio

El Amor Propio

Ella se despierta. Cuando abre los ojos, se acuerda de que tiene a su mejor amiga en casa: está pasando por un mal momento. Se para y le prepara un café. Lo hace como a ella le gusta: con leche y sin azúcar. La conoce bien. Quiere que su mañana sea tranquila, quiere darle amor para calmar su dolor. Pone música suave, no toma su celular con la intención de estar presente. Le prepara un pancake. A pesar de que su amiga no está siendo su mejor versión, ella le permite sentir, le permite ser. Su mal momento se debe a un error. Ella le habla bonito, sabe que todos podemos cometer errores y que, con amor, todo se puede resolver. Le sube el ánimo, la empodera.

Ella se despierta. No con su amiga. Ella se despierta con ella misma.

¿Por qué solemos ser más empáticos, amorosos y menos exigentes con los demás que con nosotros mismos? ¿No deberíamos ser nosotros mismos nuestro mejor amigo? ¿Cambiaría nuestra conversación interna si suponemos, por un instante, que le estamos hablando a alguien a quien admiramos y queremos?

Pilar Sordo, psicóloga chilena, afirma que el amor propio se construye cuando no nos traicionamos a nosotros mismos. Traicionarte es hacer cosas que no quieres hacer sólo para agradar, pertenecer o evitar conflictos. Como hacer el deporte de moda, aunque le digas raqueta a la pala porque, en realidad, ese deporte te importa un carajo. Cada vez que dices sí queriendo decir no, te abandonas; o como cuando dices que quieres recibir gente en casa, cuando lo único que quieres es prender la TV. Cada vez que te callas algo importante para no incomodar, te traicionas; como cuando minimizas tus logros. Cada vez que dejas tus necesidades para el final, te estás diciendo, en silencio, que no vales tanto. Como cuando no paras porque sientes que todo es urgente, que todo debe ser inmediato.

Vestirte diferente, es un acto de amor propio. Poner fin a una amistad que no suma, es un acto de amor propio. Perseguir tus sueños, es un acto de amor propio. Recibir ese regalo, es un acto de amor propio. Seguir lo que dice tu intuición, es un acto de amor propio. Leerte este Cafecito, es un acto de amor propio. Elegir no hacerlo, también.

El amor propio es como una brújula interior, y cuando nos autosaboteamos, es como si intencionalmente sumergiéramos la brújula debajo del mar. ¿Por qué botar la herramienta más poderosa para llegar a puerto firme? ¿Por qué no confiar en su norte?

Si te preguntas ¿por dónde empezar a cultivar ese amor? Podría ser parando, cuestionando, conociéndote, para así elegir vivir desde tu verdad. Una verdad que, aunque de miedo en el corto plazo, será liberadora un poco después. 

Entre toda la multitud, elígete a ti, aunque la misma multitud piense lo contrario.

Comparte este cafecito

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con*

Seguir leyendo